Sobre la conferencia de Cesar Bona, he de decir que estoy a favor de que un
profesor es privilegiado ya que tenemos en nuestras manos el futuro de muchos niños.
Según la forma en que nos impliquemos, la forma de llegar a los niños, la forma de
transmitir valores a los niños, va a ser decisivo para sus vidas.
En mi opinión y de acuerdo a lo dicho por Cesar hay que tener en mente y llevar
a la practica el motivo principal de la enseñanza, este es, enseñar los valores a los niños.
Deben tener unos valores principales para poder convivir con los demás, ya que, en sí, la
vida va a ser en sociedad. Pienso que mucho se dice y poco se hace, mucho oímos a los
profesores decir que lo principal son los valores o aprender lo esencial y después se
olvidan. Al final poco le importa llegar a los corazones de los niños.
En mi proceso educativo recuerdo a algunos de mis profesores:
Antonia: Mi profesora y tutora de educación infantil, una mujer de unos cuarenta
años a la que recuerdo tanto porque me llegó al corazón, nos trataba con mucho cariño y
yo solo tenía cuatro y cinco años.
Noemí: Mi profesora de religión en educación primaria, recuerdo que le tenía
muchísimo cariño, que le escribía cartas y la quería mucho.
En el colegio también recuerdo a mi profesor de plástica, un profesor que me
enseñó a utilizar los colores y se implicaba mucho con nosotros, y por él mi pasión por
dibujar.
Otro de los profesores que recuerdo es a mi tutor de 4º de primaria, un profesor
que no era capaz de hacerse con la clase, en sus clases nadie le hacía caso y cada uno
hacia lo que quería. Al final, los padres reunieron firmas y echaron al profesor.
Por último, de educación primaria, recuerdo a Ramón el director del colegio al
que fui en 6º de primaria, un profesor de matemáticas muy bueno ya que nos explicaba las cosas en clase, pero salíamos a la calle a averiguar cuál era el diámetro de la sombra
que proyectaba un edificio, por ejemplo. Era una persona muy amable y recuerdo mucho
una frase que nos dijo: “Nunca te acostarás sin saber una cosa más”. Y qué razón tiene,
siempre me acuerdo de él.
En la ESO he tenido profesores de todo tipo, pero citaré solo los más relevantes.
Una profesora de matemáticas de 2º de bachillerato que iban muy rápido para
acabar de explicar toda su materia, sin preocuparse de quien se quedara atrás y no pudiera
seguir sus explicaciones, los que podían seguirla eran solo dos chicos a los que ella se
dirigía constantemente dejando a un lado a los demás.
Una profesora de lengua y literatura de 1º de la eso que poseía el papel de ogro
“sabelotodo” y si le preguntabas alguna duda te decía que buscaras en Internet.
He tenido profesores bastante malos ya que solo se han preocupado de ir allí soltar
dos cosas, poner actividades y olvidarse, preocupándose solo de hablar con los más
populares de la clase dejando a un lado a los demás y a la propia materia.
También he tenido profesores muy buenos, que explicaban muy bien, ya que se
notaba que amaban su materia, pero tampoco les importaba que tu no obtuvieras esa
misma pasión, ni que despertara curiosidad en nosotros.
En general, pocos profesores se han interesado por conocer a cada uno de sus
alumnos, muy pocos que nos hayan querido despertar curiosidad por lo que explicaban,
se han limitado a explicar su materia y olvidarse de la pasión. Nos han enseñado a
aprender de memoria y copiar todo en el examen, básicamente ha sido eso lo que han
querido conseguir en nosotros la mayoría de profesores.
Para mí la idea de ser un buen docente implica llegar al corazón de los niños, tener
pasión, pero lo más importante saber transmitirla, adorar lo que hacer, ser consciente de
la importancia que tiene ya que lo mismo odiaran una asignatura por tu culpa si tú no te
implicas en que todo vaya bien. Ser un buen docente implica transmitir valores de respeto
y bondad, ser innovador, saber cómo llamar la atención de los niños, sacar toda su
creatividad y potenciarla, despertar la curiosidad. Yo quiero ser así, es mi propósito y me
encantaría cumplirlo.
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