lunes, 9 de abril de 2018

Educar en el siglo XXI

Cuento realizado por Rocío Gómez para que los más pequeños entiendan la importancia de la educación en el siglo XXI basado en el libro Las cinco llaves para educar en el siglo XXI.


Mi proceso educativo. ¿Qué docente quiero ser yo?



          Sobre la conferencia de Cesar Bona, he de decir que estoy a favor de que un profesor es privilegiado ya que tenemos en nuestras manos el futuro de muchos niños. Según la forma en que nos impliquemos, la forma de llegar a los niños, la forma de transmitir valores a los niños, va a ser decisivo para sus vidas.

              En mi opinión y de acuerdo a lo dicho por Cesar hay que tener en mente y llevar a la practica el motivo principal de la enseñanza, este es, enseñar los valores a los niños. Deben tener unos valores principales para poder convivir con los demás, ya que, en sí, la vida va a ser en sociedad. Pienso que mucho se dice y poco se hace, mucho oímos a los profesores decir que lo principal son los valores o aprender lo esencial y después se olvidan. Al final poco le importa llegar a los corazones de los niños.

           En mi proceso educativo recuerdo a algunos de mis profesores:

         Antonia: Mi profesora y tutora de educación infantil, una mujer de unos cuarenta años a la que recuerdo tanto porque me llegó al corazón, nos trataba con mucho cariño y yo solo tenía cuatro y cinco años.

         Noemí: Mi profesora de religión en educación primaria, recuerdo que le tenía muchísimo cariño, que le escribía cartas y la quería mucho.

         En el colegio también recuerdo a mi profesor de plástica, un profesor que me enseñó a utilizar los colores y se implicaba mucho con nosotros, y por él mi pasión por dibujar.

         Otro de los profesores que recuerdo es a mi tutor de 4º de primaria, un profesor que no era capaz de hacerse con la clase, en sus clases nadie le hacía caso y cada uno hacia lo que quería. Al final, los padres reunieron firmas y echaron al profesor.

          Por último, de educación primaria, recuerdo a Ramón el director del colegio al que fui en 6º de primaria, un profesor de matemáticas muy bueno ya que nos explicaba las cosas en clase, pero salíamos a la calle a averiguar cuál era el diámetro de la sombra que proyectaba un edificio, por ejemplo. Era una persona muy amable y recuerdo mucho una frase que nos dijo: “Nunca te acostarás sin saber una cosa más”. Y qué razón tiene, siempre me acuerdo de él.

En la ESO he tenido profesores de todo tipo, pero citaré solo los más relevantes.

          Una profesora de matemáticas de 2º de bachillerato que iban muy rápido para acabar de explicar toda su materia, sin preocuparse de quien se quedara atrás y no pudiera seguir sus explicaciones, los que podían seguirla eran solo dos chicos a los que ella se dirigía constantemente dejando a un lado a los demás.

              Una profesora de lengua y literatura de 1º de la eso que poseía el papel de ogro “sabelotodo” y si le preguntabas alguna duda te decía que buscaras en Internet.

            He tenido profesores bastante malos ya que solo se han preocupado de ir allí soltar dos cosas, poner actividades y olvidarse, preocupándose solo de hablar con los más populares de la clase dejando a un lado a los demás y a la propia materia.

         También he tenido profesores muy buenos, que explicaban muy bien, ya que se notaba que amaban su materia, pero tampoco les importaba que tu no obtuvieras esa misma pasión, ni que despertara curiosidad en nosotros.

         En general, pocos profesores se han interesado por conocer a cada uno de sus alumnos, muy pocos que nos hayan querido despertar curiosidad por lo que explicaban, se han limitado a explicar su materia y olvidarse de la pasión. Nos han enseñado a aprender de memoria y copiar todo en el examen, básicamente ha sido eso lo que han querido conseguir en nosotros la mayoría de profesores.

          Para mí la idea de ser un buen docente implica llegar al corazón de los niños, tener pasión, pero lo más importante saber transmitirla, adorar lo que hacer, ser consciente de la importancia que tiene ya que lo mismo odiaran una asignatura por tu culpa si tú no te implicas en que todo vaya bien. Ser un buen docente implica transmitir valores de respeto y bondad, ser innovador, saber cómo llamar la atención de los niños, sacar toda su creatividad y potenciarla, despertar la curiosidad. Yo quiero ser así, es mi propósito y me encantaría cumplirlo.